Detractores nunca faltan. Válidamente algunas personas no tienen a Lionel Messi en su lista de mejores jugadores de la historia y, otros más, ni siquiera lo consideran el más dominante de la época pero es difícil negar su total capacidad de hacer de lo extraordinario una rutina.
Frente a Celta de Vigo dio un extraordinario recital con tres goles, de los cuales dos fueron de tiro libre, una de sus armas mortales que ha perfeccionado a través de los últimos años. Es un maestro en un apartado en el que hace poco era poco más que un aprendiz.
El argentino es la luz de un cuadro blaugrana que no juega bien, que aún espera por las mejores respuestas desde el banquillo por parte de Ernesto Valverde y que su fichaje estelar, Antoine Griezmann, termine de explotar con su talento. Eso sin incluir algunos dolores de cabeza defensivos.
Pero Messi ilumina y es esperanza. Con cinco juegos menos que el total de los disputados por su equipo en La Liga de España ya es su máximo artillero con ocho goles y es el segundo en el torneo con tan solo uno menos que Karim Benzema, el primero en la lista del certamen.
Pero eso no queda allí solamente. De las 23 anotaciones conseguidas por Barcelona desde que empezó a jugar en esta temporada, tanto en torneo local como en Champions League, el 10 ha participado directamente en 14 (nueve anotaciones y cinco asistencias).
Y eso solo por hablar de lo que está haciendo en la actual campaña en la que sin duda tiene, a nivel grupal, muchas obligaciones. La más grande de ellas es terminar con la sequía a nivel europeo de los catalanes que han debido soportar las cuatro Champions League que ha ganado su archirrival, Real Madrid, desde 2015 que fue la última vez que la ganaron.
Lionel Messi sigue haciendo de las suyas, de hacer cosas de otro mundo casi de manera normal. Pero ya tiene 32 años y es momento de asimilar que pronto se acabará la costumbre de ver a uno de los mayores talentos que pasaron por la historia del fútbol mundial.
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