Los títulos nacionales se celebran en el París Saint-Germain como festejos de rutina. La diferencia de presupuesto entre el club de propiedad catarí y el resto de sus rivales franceses es tal, que se diría que solo las derrotas son noticias.

El conseguido este domingo lleva la firma de Kylian Mbappé. El francés ha brillado más, va a acabar como máximo goleador y está en la lucha por la bota de oro. Como el año pasado, ha sostenido al equipo ante la ausencia de Neymar, pero a diferencia de su primera temporada a orillas del Sena, en esta ocasión ha sido más decisivo y no se ha visto ensombrecido por el uruguayo Edinson Cavani.

En cualquier caso, el título no sirve para engrandecer una temporada ensombrecida por la eliminación europea en octavos de final.

El proyecto multimillonario sumó un sexto título liguero desde que en 2011 se puso bajo la custodia del país del golfo Pérsico, de un total de ocho. Y lo hizo a falta de seis jornadas para el final.

Pero tanto las declaraciones de los dirigentes, como la ambición que dejan entrever los fichajes solo parecerían saciarse si levantaran, al final, la ansiada Liga de Campeones.

El PSG acumula ya 21 trofeos desde que abrió esa nueva etapa y el vigésimo segundo puede llegar el próximo 27 de abril si, como apuntan los pronósticos, vence al Rennes en la final de la Copa de Francia.

Sería la quinta consecutiva, que se sumaría a las seis ligas, las cinco Copas de la Liga y las seis Supercopas ya logradas para mostrar su superioridad a nivel nacional.

Pese a ese balance arrollador, el PSG de Neymar y Kylian Mbappé, los dos fichajes más caros de la historia, cerrará la temporada, pase lo que pase en la final de Copa, con un sabor agrio.

Por tercera temporada consecutiva, el club tropezó en los octavos de final de la Liga de Campeones, un jarro de agua fría para un club que parece maldito en la máxima competición continental, de la que nunca ha llegado a disputar las semifinales.

Sin en las dos pasadas ediciones sus verdugos fueron dos equipos españoles, el Barcelona y el Real Madrid, en esta ocasión fue un gigante inglés, el Manchester United, el que tiró por tierra las ambiciones francesas.

Fue una eliminación diferente. De nuevo, como sucedió hace dos temporadas contra el Barcelona, desperdició un buen resultado logrado en la ida. En esta ocasión fue un 0-2 conseguido en Old Trafford, que los ingleses lograron remontar en el Parque de los Príncipes (1-3) pese a que no viven su mejor temporada y a que afrontaron el duelo plagados de bajas.

Nada hacía indicar que el equipo francés iba a dejar escapar su clasificación para cuartos. Dominó el partido y dispuso de ocasiones para remachar la eliminatoria, pero la dejó abierta hasta el último suspiro, cuando un penalti en su contra se tradujo en el drama.

De nuevo cayeron con un histórico y, de nuevo, en el club se habló de la falta de experiencia a nivel internacional.

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