Símbolo de la Alemania futbolística, Franz Beckenbauer falleció este domingo a los 78 años, informó este lunes su familia a la agencia DPA. El Káiser, el Emperador, llevó a la Mannschaft a ganar el Mundial de 1974 como capitán, y el de 1990 como entrenador.
Su elegancia en la salida desde el fondo sentó las bases para el puesto de líbero, trabajando desde la defensa central hasta el mediocampo, con una capacidad de pase impresionante.
De él dijo el escritor francés Bernard Morlino: “Si hubiéramos tomado un trozo de papel y una regla de cálculo para sacar el prototipo del jugador perfecto con lo que se necesita de técnica y de vista, de mente y de inteligencia, habríamos obtenido al carismático Beckenbauer, limpiaparabrisas en el centro del campo, goleador, recuperador y estratega al mismo tiempo”.
La leyenda del Káiser Franz Beckenbauer
Nacido en Munich el 11 de septiembre de 1945, en las ruinas de la Alemania dividida tras la Segunda Guerra Mundial, se unió al Bayern Munich en sus categorías juveniles en 1964.
Desde entonces comenzó una historia de amor que duró toda una vida, más allá que luego jugara en otros equipos como el mítico Cosmos de Nueva York y el Hamburg SV.
Beckenbauer llevó al Bayern a ganar tres Copas de Europa de Clubes Campeones (hoy Champions League), además de la Copa Intercontinental de 1976. Lograron cuatro campeonatos de Alemania (ganó uno más con Hamburgo) y 4 copas de la RFA.
En total anotó 75 goles en 577 partidos con Bayern Munich. Además, obtuvo el Balón de Oro en 1972 y 1926, quedando segundo en 1974 y 1975, y tercero en 1966.
Con la selección de Alemania Federal (recordemos que la otra mitad de Alemania, bajo la influencia soviética, era la Democrática) también alcanzó la gloria, y de qué manera.
Ganó el Mundial de 1974, tras haber perdido el de 1966 y quedado tercero en 1970, siempre dando muestra de su prestancia y gallardía. También conquistó la Euro de 1972, siendo subcampeón en la edición de 1976.
En mundiales jugó 18 partidos, con 5 goles anotados.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano, en El fútbol a sol y sombra, le dedicó unas líneas a Franz Beckenbauer: “Contra la dominante tendencia al fútbol de pura fuerza, estilo divisiones Panzer, él demostraba que la elegancia puede ser más poderosa que un tanque y la delicadeza, más penetrante que un obús”.
Técnico campeón con Alemania
Pero también tendría otra faceta: la de entrenador. Retirado en 1983, luego de cerrar su carrera con el Cosmos de Nueva York (donde compartió con su gran amigo Pelé) y el Hamburgo, un año más tarde asumió la selección alemana como técnico.
Llevó a la Mannschaft al subcampeonato en México 1986, cayendo en la final ante la Argentina de Diego Armando Maradona por 3-2. Tendría su revancha en 1990, cuando Alemania ganó la definición ante la Albiceleste por 1-0.
Se unió a Mario Lobo Zagallo, otro ilustre que falleció en 2024, como los ganadores de mundiales como jugadores y entrenadores. Zagallo lo hizo como futbolista con Brasil en 1958 y 1962; como DT lo logró en 1970, ganando además la de 1994 como coordinador.
Volvió a Bayern Munich, ganando como DT la Bundesliga en 1994 y la Copa UEFA en 1996. Ejercería posteriormente la presidencia del club.
Dos manchas quedaron en su carrera: se habló de una política sistemática de dopaje en la Alemania Federal de los años 50 y 60, aunque Beckenbauer defendió que las inyecciones eran de vitaminas; y de que recibió pagos por asesoría a la organización de Sudáfrica 2010 siendo presidente de la candidatura de Alemania 2006.
Sin embargo, las luces están sobre su maravilloso aporte al fútbol alemán, europeo y mundial. Allí, su legado será imperecedero.
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