Hay franquicias que se construyen desde el Draft, con paciencia y desarrollo interno. Otras, como Los Ángeles Lakers, prefieren apostar a lo grande, ahora con Luka Doncic.
La historia lo confirma: su fórmula del éxito se resume en una idea tan simple como poderosa: traer estrellas. Y ahora, con la reciente extensión de contrato de Doncic, parece que ese libro de jugadas legendario vuelve a abrirse con el objetivo de alcanzar el título número 18.
El vínculo con Doncic no solo representa un compromiso a largo plazo, sino que también enciende las esperanzas de una afición acostumbrada a la grandeza. Porque si hay algo que define a los Lakers, es que no juegan por competir, sino por ganar campeonatos.
Luka parece entender eso mejor que nadie: tuvo un verano intenso, trabajando su preparación física, dejando atrás varios kilos y demostrando su voluntad de liderar un proyecto que busca títulos.
Como recuerda ESPN, Luka Doncic fue activo en el reclutamiento de jugadores como en el caso de Marcus Smart, se expresó públicamente sobre el deseo de ganar ahora y no rehúye la presión de ser el eje de una de las franquicias más icónicas de la NBA.
Luka Doncic, el último caso de firmas estelares en LA
Para triunfar en Los Ángeles, no basta con ser talentoso. Hay que estar dispuesto a cargar con el peso de una historia gloriosa, forjada a lo largo de más de 75 años. Porque a los Lakers no se les mide con la misma vara que al resto: el éxito no se evalúa en victorias, sino en anillos.
Todo comenzó en los años 40, con los Minneapolis Lakers conquistando su primer campeonato en 1949. En los 50, se convirtieron en la primera gran dinastía de la NBA con cuatro títulos más: 1950, 1952, 1953 y 1954.
Aunque los 60 fueron una década dolorosa (perdieron seis finales), en los 70 renacieron con el traspaso de Wilt Chamberlain, quien llegó desde Philadelphia 76ers en 1968 a cambio de tres jugadores y una suma de dinero no revelada. Cuatro años después, en 1972, celebraron otro título.
La época dorada llegó en los 80, con el icónico showtime liderado por Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar, quien también fue adquirido vía traspaso desde los Milwaukee Bucks en 1975. Junto a Walt Wesley, Kareem aterrizó en Los Angeles a cambio de Elmore Smith, Brian Winters, Junior Bridgeman y Dave Meyers. El resultado: cinco campeonatos en esa década.
Kobe, Shaq y Pau
En los últimos 25 años, la historia volvió a repetirse. El 18 de julio de 1996, Shaquille O’Neal llegó como agente libre con un contrato de $120 millones por siete temporadas. Con Kobe Bryant, formó una de las duplas más temibles de la historia.
En temporada regular, Bryant promedió 27.0 puntos, 11.8 rebotes y 3.1 asistencias. En playoffs, se elevó hasta los 27.7 puntos y 13.4 rebotes, y se alzó con tres campeonatos consecutivos (2000, 2001 y 2002), además de tres premios MVP de las Finales.
En 2008, otro movimiento clave: Pau Gasol llegó desde los Memphis Grizzlies junto a una segunda ronda del draft. A cambio, los Lakers enviaron a Kwame Brown, Javaris Crittenton, Aaron McKie, los derechos de Marc Gasol y dos selecciones de primera ronda.
El impacto del español fue inmediato: tres finales consecutivas y dos títulos (2009 y 2010). En la última serie ante Boston, Pau brilló con 19.6 puntos, 11.1 rebotes y 2.1 tapones en 23 partidos.
La era LeBron, antes de Luka Doncic
El capítulo reciente lo escribió LeBron James. El 1 de julio de 2018, firmó por $153.3 millones y cuatro temporadas, revitalizando a un equipo sumido en uno de sus peores momentos.
Su llegada culminó en el título de 2020, el cuarto de su carrera, además de convertirlo en el máximo anotador histórico de la NBA, superando a Kareem. Hoy, incluso comparte vestuario con su hijo Bronny James.
En sus siete temporadas regulares como Laker, LeBron ha promediado 26.6 puntos, 8.1 asistencias y 7.9 rebotes; en playoffs, 26.0 puntos, 7.7 asistencias y 9.5 rebotes.
El patrón es innegable: si se deja de lado la etapa en Minneapolis, cada título de los Lakers ha tenido como pieza central a una estrella llegada desde otro equipo. Son seis figuras históricas que no fueron drafteadas por la franquicia, pero se convirtieron en pilares de sus campeonatos.
Hoy, ese camino vuelve a repetirse con Luka Doncic. El talento lo tiene. La voluntad, también. Solo falta ver si este nuevo eslabón en la cadena dorada de los Lakers será suficiente para devolverles el trono.
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