Entre récords, hegemonías, protestas y medallas compartidas contemplamos un arranque espectacular en atletismo. 

Rojas

La venezolana Yulimar Rojas, conquistó el oro de una manera formidable en salto triple, rompiendo récord olímpico y mundial (15.67 metros). Fueron 17 centímetros lo que separó su marca con el récord de Inessa Kravets de 1995 en los Mundiales de Gotemburgo.

Le otorgó la primera medalla de oro a Venezuela en Tokio y se entonó por primera vez el himno nacional después de haber quedado en segundo lugar en Río 2016.

La tercia jamaiquina

 Las velocistas jamaiquinas dominaron la prueba de los 100 metros lisos con las 3 preseas disponibles, encabezado por Elaine Thompson-Herah, Shelly Ann Fraser (plata) y Shericka Jackson (bronce). 

Se esperaba que Fraser ganara la prueba pero su compatriota le dejó una tarea complicada en el último tramo. Sin embargo, el orgullo de barrer la competencia con tus compañeras le regresó una sonrisa a la velocista. Indicando que la hegemonía de Jamaica continua en estas pruebas.

Saunders

Pasamos al lanzamiento de bala donde no fue una medalla de oro lo que opacó la competencia, sino una de plata con un mensaje en particular. Raven Saunders de Estados Unidos peleó hasta el final contra la china Gong Lijiao. Aunque su lanzamiento de 19,79 metros no fue suficiente para el oro, dejó en claro que ella venía a divertirse y representar su singular personalidad. 

La afroamericana de pelo verde con morado, es abiertamente gay y tiene gran influencia en la comunidad LGBTQ. No solo eso, sino también ha luchado con la depresión después de un intento de suicidio al término de su participación en Río 2016.

Nada impidió que disfrutara su segundo lugar, por lo cual también tomó el tiempo de formar una “X” con sus brazos, como una forma de protesta para las minorías. 

Doble medalla

Además tuvimos una medalla de oro compartida después de 109 años. Mutaz Essa Barshim de Qatar y Gianmarco Tamberi de Italia, fueron los afortunados de compartir el podio en salto de altura. 

Esto se debió a que ambos no pudieron superar la marca de 2,39 metros en 3 intentos. El oficial les ofreció un salto de desempate a lo que el qatarí respondió lo siguiente: “¿Podemos tener dos oros?”

El oficial les indicó que sí e instantáneamente los dos rivales se abrazaron con gran satisfacción. Tamberi venía de una terrible lesión que lo dejó fuera de Río 2016 y no paró de celebrar hasta que llegó a la Villa Olímpica.

El verdadero espíritu del olimpismo reapareció, celebrando la humanidad del atleta y no la del individualismo. Obviamente una medalla catapulta la relevancia del palmarés, pero Tokio nos ha dado historias llenas de coraje, sacrificio y valor. Algo que independientemente de una medalla de oro, plata o bronce, es digno de enaltecer.

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Medio Deportivo

HSM Staff

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