Conocido es ya que desde el 2018 el equipo Toro Rosso, filial B de Red Bull, será motorizado por el fabricante japonés Honda al separarse del equipo McLáren, que desde el año entrante hará dupla con los franceses de Renault. Tras esta separación, el gusanito de la ruptura mordió a los galos y ahora estos no seguirán suministrando sus unidades de potencia a Red Bull. ¿Sorpresa? En realidad no lo es y te explicamos el por qué.

La alianza Red Bull – Renault comenzó en el año 2007, precisamente al tercer año de los austriacos en la Fórmula 1. De esta unión se produjo como fruto los campeonatos de Sebastian Vettel y de la misma Red Bull. El primer error de los franceses fue al centrarse en los monoplazas de la bebida energética y poniendo en un segundo plano a su propio equipo Renault, que para ese entonces contaba con Fernando Alonso en sus filas.

Fernando Alonso a bordo de un Renault, previo a su marcha a Ferrari. Foto: Sutton images.

Podríamos decir que el segundo error fue hacer silencio cuando los Red Bull, diseñados por el genio Adrian Newey, ganaban y ganaban, pero no daban el justo reconocimiento a sus motores. Solo se dedicaban a alabar el trabajo aerodinámico de los chasis de Newey. Recuerdan los Escapes Sopladores de los V8? Pues fue Renault el motorista que mas provecho y eficiencia le sacó a esta característica. Tampoco recibieron el merecido reconocimiento por este excelente trabajo y los franceses repitieron el mutis. Tercer error.

Cuando inicia la era de los motores híbridos actuales, lamentablemente las unidades de potencia Renault resultaron ser las menos fiables, cosa si se quiere que puede ser normal al tratar de desarrollar una nueva tecnología, pero a veces el mundo de la Fórmula 1 parece ser de rosca al revés y es el único deporte donde ensayar esta prácticamente prohibido. En fin, inició la pesadilla dentro del equipo Red Bull al pasar de ser los dictadores en el trazado a ser un equipo mas.

Sebastian Vettel y Mark Webber fueron protagonistas de la dictadura de Red Bull. Foto: Getty images.

Es aquí donde Renault pasó a ser el villano y los astados comenzaron a presionar. Cuarto error para Renault seguir callando. Incluso los austriacos amenazaron con abandonar la Fórmula 1 si no lograban ser un equipo competitivo. Obviamente eso fue en 2014 y aun siguen acá. Pasaba el tiempo y la culpa seguía cayendo del lado de Renault.

Con la salida de Lotus y Caterham se llegó a la conclusión de la vuelta de Renault como equipo, pero en Red Bull exigían que la atención principal debería estar en ellos. Otro error mas. Resumiendo la historia y el conteo de errores por parte de los franceses, estos parecen haber agotado su paciencia y lanzaron la estocada: en 2018 finaliza la alianza con Red Bull.

Red Bull del 2006 con motor Ferrari en el circuito de Mónaco. Foto: Sutton images.

En Renault, especialmente en la cúpula directiva, no ha gustado el trato que ha despechado Red Bull en todos estos años y no piensan darle la oportunidad de romper las relaciones, por tanto los franceses se han adelantado a ese paso. Red Bull tiene las opciones de montar Honda, como Toro Rosso, o de cancelar el acuerdo con Honda para forzar su retirada de la Fórmula 1 y de esta forma pedir a la FIA un motor, el cual le sería entregado siguiendo las reglas de una ecuación cuya primera premisa sería asignarle el del motorista que menos equipos suministre, el cual sería, irónicamente, la propia Renault.

Ahora, si el motor Renault va para Toro Rosso, entonces se podría dar la situación de ver un Red Bull Ferrari, como en 2006, o el inédito Red Bull Mercedes, algo que en cualquier caso causaría terror en ambos motoristas y a la vez máximos rivales con sus equipos de fábrica.

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