A lo largo de los años hemos podido observar que cuando un monoplaza no es tan competitivo en las sesiones de entrenamientos libres, suele mejorar de cara a la carrera gracias al trabajo de los ingenieros y los datos recogidos. Pero lo visto en Canadá con Sebastian Vettel sorprendió y tiene su razón: El simulador Araña de Ferrari.
Analicemos lo sucedido en Montreal. El ritmo de Ferrari en la sesión libre no era el mismo que mostraban Red Bull y Mercedes. El SF71H no superaba la zona media del pelotón y eso no tenía cómodo al piloto alemán. Pero el sábado logró la Pole Position y el domingo ganó la carrera. Un monoplaza distinto de un día para otro.
El simulador Araña
Es una estructura de acero, elevada a tres metros sobre el suelo y accesible a través de una escalera que reproduce con mucha exactitud el comportamiento del monoplaza sobre al pista. Posee en su interior una pantalla 3D curva con un radio de 180 grados.
En el simulador se realizan jornadas que pueden durar hasta 8 horas, donde una docena de técnicos se encarga del funcionamiento del sistema, con largas pausas para corregir los datos cuando se simulan cambios en amortiguadores, carga aerodinámica, etc.
Una vez obtenidos los datos, estos se envían directamente al responsable de estrategia de carrera. Cuanto más precisa es la correlación entre el simulador y la acción real en pista, más efectiva es la reacción.
Es por ello que pudimos ver un rendimiento muy diferente en los libres y en clasificación. También en la diferencia entre Vettel y Kimi Räikkönen, ya que el finlandés no es muy amante de los simuladores.
