Corría el año 1998, Miguel Cabrera tenía 15 años cuando el scout Louie Eljaua escribió esto en su reporte: «Alto delgado, rapidez en las manos, mucha fuerza lanza con exactitud, el bate su mejor herramienta un show, swing con fuerza y rapidez. Gran sentido del juego. Puede jugar SS y mover a 3B al tiempo».
«El bate su mejor herramienta un show, swing con fuerza y rapidez.» Aún faltaban 5 años para su estreno en las Grandes Ligas, sin embargo lo que saltaba a la vista era imposible de negar. Esas palabras, serían el eco de una carrera extraordinaria. Marcada para grandes hazañas desde el primero de sus hits. Ahora que se convirtió en el pelotero número 28 en ingresar al club de los 500 HR, repasamos cada tablazo redondo de su carrera, empezando por el que le bautizó como big leaguer, hasta el que lo llevó a alcanzar la más grande gesta para un bateador venezolano.
El primero, era un presagio
Un distinto, desde el primer momento. Tenía 20 años y el número 20 en la espalda del uniforme de los Marlins. Debutó en las Grandes Ligas frente a Tampa Bay, se fue en blanco en sus primeros cuatro turnos, pues guardó literalmente, lo mejor para el final. Su primer hit en las mayores fue un jonrón, el de la victoria para los suyos en el 11vo inning. Al Levine fue su primera victima.
Sin intimidarse
En su campaña debut, también llegó su estreno en unos playoffs y luego se vistió para aportar en la Serie Mundial. Frente a él y sus Marlins, los poderosos Yankees de Nueva York y el as indiscutido Roger Clemmens para abrir el cuarto juego de la serie. Los Yankees tenían ventaja de 2-1 y su mejor lanzador en la loma.
Mientras tanto a Miguel, no se le notó nervioso cuando le enfrentó y disparó un tablazo hacia el jardín derecho en el mismo primer episodio. A la banda contraria, la especialidad por la que sería conocido después.
Números redondos
100: Apenas en su cuarta temporada como big leager, despachó el número 100 de su carrera. Un tablazo solitario en cuenta de 1-1 ante Chris Shroder en el antiguo Dolphin Stadium.
200: Corría la temporada 2009, un día de agosto Miggy conectó el jonrón número 200 en el tradicional Coliseo de Oakland frente a Michael Wuertz de los Atléticos. Habían pasado 7 campañas desde su estreno, su nivel de forma era óptimo y se abría la puerta a mayores marcas.
300: El número especial de los 300 cuadrangulares levantó a todos de las gradas del Comerica Park, la casa del tigre mayor. Después de 5 pitcheos, Miguel Cabrera conectó el vuelacercas a Phillip Humber, en el mismo año histórico en el que lideró la liga en tablazos, promedio de bateo e impulsadas para alzarse con la triple corona. Aquel 2012 fue una temporada para el recuerdo.
400: Una cifra mágica cayó en 2015. Tres años más tarde subiría un nuevo escalón en la historia del béisbol venezolano en Grandes Ligas, al disparar a Tyler Lyons su estacazo 400 en las mayores y convertirse tanto en el primer venezolano en sacar 400 pelotas del parque, como el criollo con más vuelacercas en MLB, al superar los 399 de Andrés Galarraga.
«Me quité un gran peso» comentó
Era cuestión de tiempo, paciencia y trabajo. El trabajo, la disciplina y constancia, Miggy lo aseguraba, al resto de los mortales sólo nos tocaba esperar.
Los padecimientos físicos continuaban mermando sus repetidos esfuerzos por volver al nivel de otrora. Sin embargo, y a pesar de enfrentarse al juego con dolor, Miguel siguió su camino, y aunque en menor medida, su fuerza se mantuvo como protagonista.
Este 2021 Comenzó con la cuenta en 487. Como si se tratara de una señal, Miggy conectó el primer jonrón de la temporada 2021 en su primera aparición en el plato, ante el reinante Cy Young, Shane Bieber y corrió las bases bajo la nieve.
Con el espectáculo, las expectativas se fueron al tope y Venezuela entera comenzó con la cuenta regresiva. Se sentía cerca, uno a uno la brecha se hacía más corta, y después del 499, cada turno de Miguel se convirtió en una parada obligada.
Hasta el domingo 22 de agosto, fecha que quedará marcada en la historia del béisbol venezolano. Rogers Center como escenario, cuenta de 1-1 ante Steve Matz, su swing característico y cómo no: un batazo profundo hacia la banda contraria, el histórico era una realidad, hasta los fanáticos contrarios lo reconocían, estaban siendo parte de una hazaña memorable.
“Es un alivio, una gran satisfacción para mi país y para mi familia. Y bueno, seguir adelante y que sigan pasando cosas buenas”
Miguel Cabrera en la rueda de prensa posterior al partido.
No se equivocaron sobre aquel jovencito de 15 años en Maracay, y lo mejor es que aún le queda gasolina en el tanque, marcas por batir y dos años de contrato garantizado. Hasta aquí ha sido increíble, y la leyenda puede ser aun más grande.
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