Hace un año, Drew Robinson perdió su ojo derecho en un intento de suicidio. La noche del 16 de abril de 2020, sacó la pistola de la funda y condujo por un rato, luego decidió que era mejor hacerlo en casa. Arregló todo a su alrededor, se sentó en una silla y halo el gatillo, junto a su sien. La bala entró y salió.
No contaba con lo que sucedería más tarde, como había pasado aquello. Contra todo pronóstico despertó, el dolor era insoportable en medio de la confusión, pensó que pronto acabaría el sufrimiento pero no pasó. Transcurrieron 20 horas cuando tomó una nueva decisión. Entre dispararse de nuevo y pedir ayuda:
Llamó al 991, decidió vivir.
Altos y muchos bajos
Drew debutó en las mayores con los Rangers el 5 de abril de 2017, en su segundo encuentro como big leager, frente a los Yankees, despachó su primer cuadrangular. Sin embargo, después de otra noche redonda, fue enviado a las menores. Entre viajes en las Grandes Ligas y sucursales de ligas menores, intermitencias, y luchas contra la depresión, jugó con Rangers y Cardenales en 100 partidos en Grandes Ligas, donde desea volver.
Otro imposible superado
Era improbable, pero la determinación fue mayor. Robinson se preparó física y mentalmente para volver a jugar béisbol a nivel profesional. Firmó un contrato de Ligas menores con los Gigantes. El equipo de la Bahía le apoyo desde el primer momento en todos los aspectos de su recuperación; y el día de la salud mental, con Drew recuperado, le hicieron una invitación especial.
Dictó una charla a compañeros y miembros del equipo sobre la práctica del amor propio y hábitos mentales saludables, para la vida y el béisbol. Algo que confiesa «Habría evitado descaradamente el año anterior».
Drew también fortaleció su estado físico, después de perder 28 libras por el incidente, su trabajo duro en la temporada muerta se tradujo en un avance notorio a nivel físico.
La segunda oportunidad en la vida, también llegaría en el deporte que lleva en las venas. Regresó al béisbol, el pasado el día inaugural de Ligas Menores. Drew emprendió el desafío en una gira que justamente, sería en su hogar, Las Vegas. Allí fue alentado por su toda su familia, amigos, coaches y médicos. Una manera inmejorable de emprender el reto.
Drew Robinson, en instagram.
«Soy oficialmente un jugador profesional con un ojo, tengo la suerte de decir que estoy en el roster de Triple-A de los River Cats de Sacramento».
Se despidió con cuatro ponches aquella noche, donde el aliento de sus cercanos fue lo más significativo.
Drew Robinson, en instagram.
«Después de todo lo que ha pasado, estar en casa frente a todas las personas que han pasado por mi incidente y este último año. Se siente como si estuviera viviendo una película».
Más grande que el béisbol
Así lo catalogó MLB al compartir su primer cuadrangular desde que regresó a los terrenos. Drew volvió a sacar la bola del parque, con un tablazo al jardín derecho que puso el marcador 4-1 a favor de su equipo. El ya ha demostrado poder natural, y seguirá soñando con volver a hacerlo en la Gran Carpa.
Drew Robinson.
«Escalofríos. Lágrimas de cada emoción conocida mientras rodeaba las bases”. Escribió al colgar el emotivo momento en sus redes sociales.
La depresión es real, sus efectos pueden ser devastadores, en esta segunda oportunidad «Petey» declara que si vivió, es porque ahora tiene la misión de ayudar a otros que enfrentan problemas similares. Se abrió completamente ante Jeff Passan en ALIVE, un documental que cuenta todo su proceso, desde la lucha con la depresión crónica, la noche que pudo ser fatal y su elección por la vida.
Su historia es inspiradora. Ahora, que está fuerte, decidido y recuperado, aboga por la importancia de la salud mental en el béisbol, y por supuesto mucho más allá del béisbol, en la vida.
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