El Gran Premio de Mónaco es una de las citas más especiales del calendario de la Fórmula 1 sino la más especial. Se trata de una cita en uno de los lugares más lujosos del planeta, donde los eventos de patrocinadores y conversaciones con personas influyentes y personalidades de todo el planeta están a la orden del día.
Una carrera con ambiente VIP, una excusa para establecer los horarios entre las distintas fiestas que tienen lugar en los yates amarrados en el puerto. Tal ambiente se contagia tanto a pilotos como a equipos, que acostumbran la cita para estrenar nuevos y lujosos diseños si bien la normativa sobre cambiar el diseño de casco en mitad de temporada imposibilita ver diseños extravagantes.
Donde la normativa es más laxa es en el diseño de los monoplazas, concretamente en su decoración, que es el punto donde el equipo Haas ha aprovechado para destacarse. Sin llegar al nivel del diamante en el morro del Jaguar de Christian Klien, el equipo ha presentado una modificación de los colores que no dejará indiferente a nadie.
Desde Haas se ha prescindido en esta carrera de los tintes rojos, quedándose con los tonos grises así como con el color blanco, dejando un diseño limpio e impactante que a buen seguro gustará a los aficionados.