El Real Madrid encarriló los octavos de final de su competición preferida, la Liga de Campeones, encontrando el premio al planteamiento valiente con presión alta de Zinedine Zidane, para remontar con contundencia al Nápoles y mostrar, tras un esfuerzo titánico, credenciales de campeón (3-1).

El duelo respondió a las expectativas en un Bernabéu con ambiente de noche europea, sin espacio para los reproches y solo para el aliento. Un partido en estado de efervescencia continuo, sin pausa, a un ritmo endiablado. Con presión alta del Real Madrid para anular las virtudes del Nápoles. Verticalidad italiana aceptando el duelo con valentía, con el impulso moral de la charla de un mito como Diego Armando Maradona en el vestuario.

Era el día para brillar. Un partido especial en un día señalado cura las heridas. Lo entendió al fin Benzema a quien el madridismo más que acierto le pide actitud. Mordió desde el pitido inicial. Se cumplían 25 segundos cuando generaba la primera ocasión clara. En su combinación predilecta, con Cristiano Ronaldo, pero su disparo no lo ajustaba lo suficiente y el puño con seguridad de Pepe Reina ponía el freno.

No podía haber mensaje más contundente inicial y respuesta de mayor valentía. El Nápoles solo se encerraría contra su voluntad, por las líneas adelantadas que marcó Zidane para restarle verticalidad. Pero el descaro del grupo dirigido por Maurizio Sarri es innato. No elabora, juega directo. Golpea. Podía ser de locos aceptar el intercambio de golpes o de genio. Y le comenzó saliendo bien la jugada.

Un golpe mermaba a Ramos. Marcelo no encontraba puerta con su disparo y tras dos llegadas que avisaban a Keylor que debía estar despierto en las salidas, de la nada llegó un directo inesperado al rostro madridista. Una mala salida de jugada costó cara.

Varane fuera de zona, Ramos sin condiciones para llegar a cerrar, Keylor otra vez descolocado. Como aquel gol que tanto dolió en el Sánchez Pizjuán. Lo vio Insigne que castigó el error sin necesidad de avanzar. Su disparo lejano se coló en la portería blanca sin que la estirada de Navas pudiese impedirlo. De salvador en El Sadar a cuestionado.

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No había tiempo para las lamentaciones. El Nápoles mostraba las razones de sus meses sin derrotas y obligaba al Real Madrid a dar lo mejor de sí. Agarrarse a un partido loco era la mejor opción y la intensidad que metieron los de Zidane fue clave. Todo acababa en Benzema, que tras un balón pinchado magistralmente por Cristiano mandaba fuera su primer testarazo.

Al siguiente se quitó una espina clavada en el Bernabéu. Carvajal, que firmó un partido para enmarcar, culminaba una subida con un pase de lujo con el exterior medido a la testa de Karim que extendía su idilio con la ‘Champions’. La reacción rápida había llegado en diez minutos.

Sorprendió Zidane con la presencia de James en el once. Recién recuperado su físico no daba para todas sus funciones en un duelo de tanta intensidad. No quería la posesión el conjunto italiano. En cuanto pisaba campo rival, dos toques y acababa la jugada. Hamsik no lo pensó y su zurdazo potente no encontró puerta.

Sin tiempo para respirar perdonaba el Real Madrid en uno de esos errores impropios de un jugador de la grandeza de Cristiano. Apareció Modric para asistir, dejó solo al portugués, que con todo a favor y en carrera, disparó arriba de zurda. La tenía también Varane con un cabezazo que sacaba bajo palos la zaga italiana.

La segunda parte sería decisiva en el desenlace del duelo. El Nápoles no especuló y su valentía fue castigada con dureza. En defensa no mantiene el nivel del resto del equipo y arriesga con una línea adelantada que el Real Madrid destrozó. En el riesgo está el disfrute pero en el Bernabéu le costó caro.

Donde comenzó a deslumbrar al mundo cayó Cristiano y desde el costado derecho desató una bicicleta recordando viejos tiempos, se fue con la facilidad que hacía mucho no se le veía y su pase atrás lo remató Kroos con uno de sus disparos que son pases a la red. Era el minuto 49 y una nueva remontada se ejecutaba.

Debía decidir el Nápoles dar por bueno el resultado o arriesgar. Sarri había dejado claro que si perdían no sería por cobardía y buscó el gol. La presión trabajada del equipo de Zidane dio su premio en la lucha de James. El balón llovió del cielo a Casemiro que enganchó una volea magnífica para el 3-1.

A los intentos italianos les faltó acierto para meter más pimienta a la eliminatoria. La asistencia perfecta de Callejón en la vuelta a casa, la chutó fuera Mertens con Keylor batido. El costarricense salvaba con una salida rápida otra acción de peligro y respiraba cuando el colegiado anulaba el tanto de ‘Calleti’ por posición antirreglamentaria.

En el continuo intercambio de golpes pudo sentenciar el Real Madrid pero Cristiano, en su ‘Champions’ de más asistencias y menos goles, no acertó a marcar. Reina sacaba una buena mano a James y el partido murió en la contención de un omnipresente Casemiro. El vigente campeón encuentra su mejor versión y saca músculo en Europa.

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