La figura de uno no se entendería sin el otro. Roger Federer y Rafael Nadal son los protagonistas de una de las mayores rivalidades de la historia del tenis. Han marcado una época, discutido por el número uno del Emirates Ranking ATP y peleado frente a frente por los torneos más importantes. En la final del Abierto de Australia, después de dos temporadas sin cruzarse en una pista de tenis (Basilea 2015) y seis sin hacerlo en la última ronda de un Grand Slam, este domingo el suizo y el español volvieron a encontrarse para firmar otra épica batalla.
Federer se impuso después de cinco sets con una conclusión clara: “Rafa me ha hecho mejor jugador”. Son 35 enfrentamientos cara a cara desde que lo hicieron por primera vez en Miami 2004. Desde entonces, en 22 ocasiones se han cruzado con un título en juego. “Antes de la final dije que si ganaba a Rafa sería muy especial y muy agradable, porque no le había ganado en una final de Grand Slam desde hace mucho, mucho tiempo. La última vez supongo que fue en Wimbledon 2007 en cinco sets. Ahora fui capaz de volver a hacerlo”. Hace una década.
Después de 13 años de partidos memorables, el español ha sido una pieza fundamental en la carrera del suizo. Una amenaza constante. Una razón más para ser mejor. “Novak también ha sido uno de mis mayores rivales. También Roddick o Hewitt. No me gusta dejar a nadie fuera, para ser honesto. Pero estoy seguro de que alguno se queda. Ellos saben quiénes son”, continúa el helvético. “Pero Rafa ha sido muy particular en mi carrera”, reveló el suizo que también reconoció que “Nadal debería estar feliz. Yo habría estado feliz de nuevo de estar en la final, como dije en la pista”.
El español fue uno de sus grandes obstáculos para completar el Grand Slam en París. Tal vez uno de los desafíos más importantes, aunque lo sitúa a la altura de este nuevo trofeo a sus 35 años y después de cinco temporadas de búsqueda. Desde su último trofeo en Wimbledon 2012, lo intentó en Wimbledon 2014 y 2015 y el US Open 2015. Siempre cedió ante Djokovic. “La magnitud de este partido va a ser diferente. No puedo compararlo con cualquier otro salvo, quizás, con Roland Garros 2009. Esperé por Roland Garros, lo intenté, luché. Lo intenté y fallé. Finalmente lo hice. Esta sensación es similar”.
El premio lo comparte con nuevos miembros de su staff como Ivan Ljubicic. “Es especial para todo el equipo. Fue su primera final de Grand Slam como jugador y como entrenador. Obviamente estaba nervioso durante todo el día. Traté de calmarle. Y también al fisio”, confiesa sonriendo el suizo. “Es bonito para nosotros. Sé lo felices que están porque son algo más que un entrenador o un fisio. Son mis amigos. Pasamos mucho tiempo hablando sobre volver al 100% y si lo hacía qué sería necesario para ganar un Grand Slam. Lo logramos”, sentencia orgulloso de la labor de su equipo.
“Todo empezó para mí aquí. Jugué aquí la fase previa en 1999, el junior en 1998. Gané mi primer partido frente a Michael Chang en 2000. Siempre me ha gustado venir aquí”, asegura el suizo que este domingo levantó una nueva corona de Grand Slam, ampliando el récord histórico que estaba en sus manos. “Lo que menos importa es la cuenta de Grand Slam”. Pero ya suma 18. Casi nada.