El Real Madrid cayó con estrépito en cuartos de final de Champions en lo que parece ser el final de un ciclo
Ayer era el día, uno de esos días que han dibujado las páginas heroicas de la historia del Real Madrid. Un 3-0 que había que levantar ante todo un Arsenal, pero si hay alguien que puede, y más en Europa, es el Real Madrid de la mano de su siempre entregado estadio Santiago Bernabéu. Ese feudo donde noventa minutos se atisban «molto longo».
El Madrid ya ha realizado esas proezas varias veces en Champions y ante rivales de también mucho tallaje. Pero pese a que el Bernabéu se puso de gala como en las grandes noches y cuando ambos contendientes saltaron al verde sólo faltaba una chispa para crear el incendio con tal ambiente, faltaban ingredientes esenciales para que eso se produjera.
Ingredientes de los que el Real Madrid ha carecido todo el año y que, como un estudiante inteligente, pero vago, ha ido sobrellevando para sacar la temporada adelante. Pero cuando llegan los exámenes finales no queda otra que estudiar por inteligente que el alumno sea. Así cuando al Real Madrid le ha llegado el primer envite fuerte y, pese a haber tenido ya numerosos «sonrojos» preocupantes contra rivales de igual, pero también de menor entidad, el Madrid ha mostrado sus carencias de este año.
Carencias incompatibles con los títulos
Esas carencias pasan por un inexistente recambio a una figura del calibre de Toni Kroos, con todo lo que ello supone, pues hablamos de uno de los mejores centrocampistas del mundo en las últimas dos décadas. En el medio campo esto ya supone una herida grave, pues es la sala de máquinas de cualquier equipo. Pero a ello se une el desconcierto general en esta línea en la que cada uno parece ir a la suya sin un equilibrio y un juego coral para el equipo.
La falta de refuerzos es obvia y no sólo hablando del citado Kroos. La falta de laterales, más teniendo en cuenta la lesión de Carvajal ha sido otro golpe en línea de flotación… Y más dada la verticalidad con la que suelen atacar ahora los equipos. Esto inexorablemente se une a otro gran problema de los blancos, la falta de compromiso de los de arriba a la hora de presionar la salida de balón rival y bajar para ayudar a los compañeros. Algo que definitivamente rompe el equipo sobre el tapete y que ayer se pudo comprobar en el Bernabéu.
Para cerrar, como golpe definitivo, el Madrid se ha convertido este año en un conjunto sin ideas, sin una visión clara de a qué juegan y que sólo juega a arreones y basándose la mayoría de veces en destellos individuales de clase.
Un equipo hundido que vislumbra el fin de un ciclo
Estas carencias y sobre todo esa falta de convicción, de una idea clara y esa poca comunión que se vislumbra en el campo hace pensar que Ancelotti puede estar diciendo adiós al Real Madrid a final de temporada. Ayer no es que sólo aflorara lo que le falta al equipo, sino que ese coraje y esas ganas sólo le duraron veinte minutos, ni eso pudieron mantener en un partido que necesitaba de coraje, cabeza y corazón.
El mensaje de Ancelotti en el vestuario parece haber caducado hace tiempo y unido a la ausencia de una idea de juego y los resultados, parecen haber sellado ya el destino del italiano a final de temporada. Quizá lo que más le duela al aficionado blanco sea esa imagen que dejó ayer el Madrid. Un equipo entregado, sin alma, que sólo estuvo veinte minutos metido en el partido y que después pasó a ser «controlado» sin mucho problema por un Arsenal que, incluso acabó ganando el partido.