La etapa decisiva del fútbol europeo comenzó desde hace ya unos meses y los protagonistas de más peso no están siendo los 22 que luchan en el terreno de juego. El arbitraje ha tomado un especial, y nada deseado, peso.
El Clásico entre Barcelona y Real Madrid reavivó polémicas. El principal González González falló en su criterio, dañando el espectáculo e influyendo de manera directa en el marcador. Qué equipo resultó más perjudicado en sus decisiones es un tema subjetivo desde la parcela en que se le vea, pero sin duda el deporte es el que más sufre.
Una de las labores que debe hacer el colectivo arbitral es explicarle a los aficionados que el VAR no sirve para rearbitrarlo todo, sino una serie de situaciones muy concretas.
— Miguel Ángel Román (@Miguel_An_Roman) 6 de mayo de 2018
Y no es cuestión de solo un mal día del principal del duelo entre blaugranas y merengues, la polémica se ha apoderado de gran parte de los encuentros de mayor importancia en la campaña. Las etapas de definición directa de la Champions League ha estado totalmente empañada.
Es por eso que la tecnología vuelve a presentarse como el argumento más válido en las actuales circunstancias. Si bien el VAR no termina de convencer y le han sobrado detractores, bien usada puede servir como la herramienta que devuelva protagonismo a los verdaderos protagonistas.
¿Es justo que se hable más de los colegiados que de los jugadores al final de cada jornada? Si los avances en las transmisiones televisivas dejan tan fácilmente en evidencia cada falla arbitral, ¿no es lo lógico abrirle las puertas a la tecnología como ayuda? Guste o no, es momento del VAR.
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