En su vasta historia de éxitos, el Real Madrid tuvo en el año 2017 su calendario más prolífico en cuanto a títulos. Volvió a imponerse en La Liga, repitió por temporadas consecutivas con la Champions League, se llevó las Supercopas de España y Europa, además de cerrar como monarca del planeta en el Mundial de Clubes.

Desde la llegada de Zinedine Zidane al banquillo blanco en sustitución de Rafael Benítez la institución vivió un idilio deportivo. A principios de campaña, especialmente tras la serie ante Barcelona en la Supercopa de España, en la que superaron con superioridad a los blaugranas en los dos compromisos parecía que la luna de miel iba a continuar.

Pero no fue así y la primera parte de la temporada ha sido de dudas para los merengues. Real Madrid ha carecido de la impresionante capacidad de rescatar partidos que parecían ya idos y de sacar a relucir una extraordinaria capacidad de resolver en el momento justo. El torneo local parece ido pues está a 14 puntos de sus archirrivales, aunque con un juego aún por disputar.

Los problemas en ataque, los problemas físicos de varios jugadores y la gran diferencia entre la actuación de los elementos que vienen desde el banquillo en relación a la anterior zafra. Los Daniel Ceballos, Theo Hernández, Matteo Kovacic, Lucas Vázquez o Borja Mayoral no terminan de responder cuando de rotaciones se trata.

De las 14 unidades que tienen de desventaja con el primer puesto, ocho las perdieron en el Santiago Bernabéu y fue la derrota 0-3 con Barcelona la que hizo que la onda de preocupación se sintiera real en Madrid.

La irregularidad también le pasó factura a nivel continental. En su grupo de Champions fue segundo por detrás del Tottenham y el sorteo para los octavos de final le deparó a un PSG que luce blindado con sus ganas de comerse al mundo y de sacarle créditos a su multimillonaria inversión de fichajes.

Lo que suceda en febrero, en esta serie, marcará todo el futuro del 2018 merengue. El Zidane risueño cerró 2017 con preocupación en su última rueda de prensa, quizá consciente de lo que debe sortear.

Una eliminación significaría que las vidrieras no tengan otro trofeo en la colección, aunque estará optando aún por la Copa del Rey, competición que históricamente no es de las favoritas del madridismo. Con Florentino Pérez a la cabeza, el club no ha dudado en cortar abruptamente ciclos que vengan de éxitos recientes tal como sucedió en su momento con Vicente Del Bosque o Carlo Ancelotti. Para «Zizou» llegó su gran primer bache en el implacable puesto de estratega blanco.

El fútbol, cambiante de un segundo a otro, tiene en las vísperas de 2018 al Real Madrid con la sombra de la duda encima luego de un 2017 en el que todas las luces se posaron sobre sí.

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